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Acné

El acné es una enfermedad cutánea de origen inflamatorio y duración generalmente larga, que afecta al 75% de la población adolescente, fundamentalmente a chicas.

Puede cursar desde algunas lesiones aisladas hasta formas severas, que traen como consecuencia graves trastornos estéticos y psíquicos.

Tiene su origen en el interior del folículo piloso, donde se encuentra la glándula sebácea o formadora de sebo, y las células granulosas o formadoras de queratina.

Existen varios factores que inciden en la aparición del acné, como son:

- Alteraciones de la formación de la queratina, que se ve incrementada respecto a la normalidad.
- Influencia de determinadas hormonas (andrógenos, u hormonas predominantemente masculinas)
- El sebo, ya que las personas que presentan acné, lo producen en mayor cantidad.
- Gérmenes del interior del canal pilosebáceo, fundamentalmente el P. Acnes, por cuya acción se descomponen los triglicéridos del sebo en otros productos, como ácidos grasos y glicerol.


Dependiendo de la intensidad del problema, clásicamente se han utilizado tratamientos que constaban de sustancias aplicadas solamente a nivel tópico, o combinándolo con tratamientos sistémicos (antibióticos, corticoides y tretionina).

Los Alfahidroxiácidos (AHA´s), como sustancias exfoliantes, en el tratamiento del acné, consiguen la desobturación del tapón querato-seboso, con el consiguiente drenaje de la pústula, si es que existiera, o del comedón, así como una mejoría en otros aspectos fisiológicos cutáneos.

Así nos encontramos con la eliminación de comedones y pústulas, la regulación de la hiperseborrea, poros cerrados, disminución del estrato córneo (lo que da una imagen de mayor fineza a la piel), etc.

Este tratamiento puede combinarse con los clásicos mencionados, aunque en muchos casos es suficiente para mejorar notablemente un acné.

Actualmente, el acné es una patología cutánea de origen diverso pero solucionable en más del 90% de los casos.